Cómo manejar la crítica y el juicio de los demás
Cuando alguien te juzga o critica una parte de ti, una decisión que has tomado, un pensamiento o tu forma de sentir, es natural sentir malestar. Este malestar se relaciona con el miedo a ser rechazado, a no ser válido, a no estar haciendo las cosas bien, o a que se burlen de ti. Aunque conscientemente podemos pensar que las personas que nos juzgan de manera poco constructiva no deberían tener espacio en nuestra vida, muchas veces el malestar persiste. Desde que nacemos, utilizamos las reacciones de los demás como un medidor para saber si vamos por el buen camino. Este camino, si lo seguimos sin cuestionar, supuestamente nos evita cualquier malestar, ya que nos sometemos a lo que nuestro entorno considera correcto. De pequeños, no tenemos otra opción, así que si nuestros padres o cuidadores se enfadan por algo que hemos hecho, internalizamos la idea de que eso no está bien. Si además nos lo dicen de forma agresiva, etiquetándonos o humillándonos, esa impresión queda grabada como un tatuaje en nuestro cerebro. Tomar decisiones basadas en nuestros deseos El primer paso para gestionar mejor los desacuerdos con nuestro entorno es tomar decisiones basadas en la vida que deseamos llevar. Puede que estas decisiones coincidan con lo que nos han enseñado como correcto, y puede que no. En este último caso, es importante estar preparado para enfrentar comentarios de desaprobación o críticas. La reacción de los demás ante nuestras decisiones se activa por varios motivos. A continuación, compartiré un ejemplo personal para ilustrar este punto. Mi experiencia personal con la crítica He experimentado muchos momentos en mi vida en los que me he sentido juzgada, a veces de manera muy dura, por tomar decisiones que van en contra de la estabilidad y tranquilidad valoradas en mi entorno. Decidí estudiar psicología mientras trabajaba en la administración pública. Esto provocó que varias personas de mi entorno comentaran que me complicaba la vida o que había demasiados psicólogos y pocos ejercían. Continué estudiando y al terminar, abrí mi consulta. Al principio, trabajaba en la administración y daba sesiones por la tarde, pero llegó un momento en que era inviable. Pedí una reducción de jornada, que no fue concedida, y finalmente solicité una excedencia para dedicarme a mi vocación. En ese momento, las críticas aumentaron: que cómo iba a dejar un trabajo que todos querían, que no podía tirar 13 años a la basura, que pensara en mis hijos. Fue duro, porque en esos momentos necesitas apoyo (aunque hubo, pero en menor medida), pero no quería jubilarme en un trabajo que no me apasionaba. Claro que pensaba en mis hijos al tomar esa decisión. ¿Qué se activa en la mente de las personas que juzgan? Generalmente, miedo. Miedo a que te vaya mal, miedo a que te vaya tan bien que te distancies, miedo a la incertidumbre. Desde su sistema de protección, intentan bloquear, casi siempre de manera inconsciente, que te arriesgues a hacer algo diferente por temor a que no funcione y lo pases mal. Este desconocimiento del camino diferente al que te señalan los hace reaccionar así, sobre todo en el ámbito familiar. En el de la amistad, el miedo puede ser a que tu vida cambie tanto que no quede espacio para ellos. Otro motivo es la envidia. Avanzar en una dirección diferente puede recordarles a aquellas personas que quieren hacerlo, pero no se atreven por miedo o inseguridad. Identificar y reconocer esto es más difícil que juzgar o criticar. Comprender para gestionar mejor Entender estos motivos nos puede ayudar a disminuir la carga mental de afrontar críticas. Hice una encuesta en Instagram con 1053 participantes: el 97% se había sentido juzgado, el 22% ponía límites, el 11% juzgaba a la otra persona y el 68% no sabía cómo reaccionar. Pregunté sobre las percepciones de las personas que juzgan: el 56% pensaba que tenían una vida vacía, el 19% lo atribuía a la baja autoestima, y el 25% nunca se lo había planteado. El 97% afirmó que necesita responder de manera diferente cuando se sienten juzgados. Para responder mejor a las críticas, podemos expresar cómo nos hacen sentir y lo que necesitamos al respecto. Dependerá de la conducta de la persona y del papel que juega en nuestra vida. Es importante decidir cuándo invertir el esfuerzo en ser asertivo, ya que no todas las personas merecen nuestra asertividad. Entender estos motivos ayuda a gestionar mejor estas situaciones, porque aunque se te esté criticando, el trasfondo no eres tú ni tus decisiones, sino sus miedos, conformismo o envidia. Con esta comprensión, puedes poner un límite y seguir con lo que deseas hacer sin romper relaciones importantes. Si la relación no es relevante o no se respetan tus límites, quizá necesites distancia.