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Síntomas de un sistema nervioso desregulado

En resumen nuestro sistema nervioso controla todo lo que hacemos (caminar, sentir, pensar, la respiración…) Absolutamente todas nuestras funciones dependen de esto, y tener un sistema nervioso desregulado puede conllevar distintos síntomas perjudiciales para la salud. Este sistema está formado por: Una vez he resumido en qué consiste nuestro sistema nervioso, ahora sí, veamos los síntomas que pueden indicarnos que puede estar desregulado, algo que resulta fundamental identificar, puesto que nuestra calidad de vida empeora sustancialmente si esto nos sucede. Síntomas de un sistema nervioso desregulado. 1. Tienes problemas para dormir y sientes agotamiento o fatiga durante el día: Ya sean problemas para conciliar o para mantener el sueño, estos pueden estar relacionados con el hecho de tener el sistema nervioso desregulado. Puesto que, cuando esto sucede, una de las cosas más habituales es que el sistema nervioso parasimpático, que es el que se activa cuando las demandas del entorno disminuyen, cuando ya no estamos en peligro o, simplemente, teniendo en cuenta nuestra rutina, cuando corresponde descansar tras una dura jornada; no se activa, manteniendo el ritmo cardiaco acelerado, a la mente dando vueltas sobre algo que ya ha sucedido o está por suceder o desregulando nuestra temperatura corporal. Lo cual hace comprensible estos problemas en nuestra higiene de sueño y, al mismo tiempo, el mantenimiento o, incluso, cronificación de la desregulación de la que estamos hablando. Ya que sin un descanso correcto se antoja muy complicado lograr el equilibrio que siempre busca nuestra mente y nuestro cuerpo. 2. Dificultades para mantener la atención. Cuando el sistema nervioso está desregulado, generalmente es debido a que se encuentra en alerta, como si hubiera un peligro acechando continuamente. Ante esta situación la mente está enfocada en este peligro, sea real o imaginario, y el cuerpo está preparado para la lucha o huida. Esto lo puedes identificar cuando te cuesta centrarte en conversaciones ante las que anteriormente no tenías dificultades, pierdes cosas habitualmente y/o tienes olvidos o descuidos constantes. 3. Estás irritable y con un comportamiento reactivo. A menudo, cuando no sabemos gestionar bien nuestros impulsos o nuestros sentimientos, es probable que estemos teniendo un problema para adaptarnos a las demandas externas. Sobre todo esto sucede cuando no tenemos en cuenta las necesidades internas. Es decir, cuando no dedicamos tiempo suficiente a descansar, a tener ratos de calidad con nosotros o con nuestra familia, o hemos tenido que dejar de lado aquello que sentíamos que nos conectaba a nuestra persona. Si esto sucede en un breve espacio de tiempo y lo tienes bien delimitado, quizá no suponga mayor problema, pero si estas circunstancias se mantienen en el tiempo y no ves el fin a tal dinámica puede conllevar un malestar continuo que derive en dificultades de distinta índole que te afecten a ti en primera persona, así como a tus relaciones con los demás. 4. Sientes una gran sensibilidad ante estímulos sensoriales. Quizá te sientes fácilmente sobrepasado por los estímulos sensoriales fuertes, como ruidos, luces., ciertos olores o estar en grandes multitudes, entre otros, llegando incluso a experimentarlos como dolorosos o desagradables. También es posible que tengas reacciones intensas al dolor, diferentes a las que tenías con anterioridad, que te sientas irritado por el desorden o el sonido de alguien masticando. 5. Cambios extremos en el apetito. Tu apetito sufre fluctuaciones que pueden ir desde no tener apenas hambre hasta descubrirte dándote atracones. Todos tenemos alguna variación en el apetito, debido, por ejemplo, a cambios en el tiempo o momentos vitales estresantes o de gran carga emocional. Pero si tus cambios no tienen un detonante concreto, es probable que tu sistema nervioso no esté regulando de manera adecuada a tu metabolismo. 6. Problemas en tu sistema digestivo o piel. Los problemas del aparato digestivo, como pueden ser el síndrome de intestino irritable, la enfermedad de Krohn, la rosácea, la dermatitis, entre otras afecciones, están muy relacionados con un sistema nervioso desregulado. De hecho, los médicos en estas situaciones suelen recomendar disminuir el estrés. Estos son alguno de los síntomas más habituales que nos pueden indicar que nuestro sistema nervioso está desregulado. Es cierto, que no resulta sencillo regular dicho sistema, debido a los hábitos disfuncionales a los que nos conduce en demasiadas ocasiones la rutina que tenemos en nuestro tiempo. Que no sea fácil no significa, ni mucho menos que no sea posible. Para regular el sistema nervioso es necesario ser muy constante en la aplicación de cambios diarios en nuestra vida. De los cuales te iré hablando a lo largo de otros artículos, así como en publicaciones que encontrarás en mi cuenta de Instagram. Si te gusta este artículo, no dudes en compartirlo con aquellas personas que necesitan esta información, te lo agradecerán.